La oveja me ve, ha de pensar que soy tan tonto como Polifemo. Uno tiene que mover el ojo rápido para que ninguna lanuda se escape, hay que estirar la vara y traerlas para que no terminen en el barranco. Los pájaros también nos ven, para ellos somos un buen lugar para aterrizar, y seguro dejaríamos que se quedaran horas sobre nosotros sino fuera porque se cagan donde se les da la gana. Polifemo es el único que no protesta, él parece un nido de pájaros, todos se hacen encima de él. Mantiene tan tranquilo a pesar de su mal que a veces es insoportable. Hace días le pregunté porque dejó que Nadie le quitara su ojo; Polifemo sonrió, es tan bobo, a qué cíclope se le ocurre reír cuando se habla de perder un ojo, pero lo hizo, me dijo, "Ahí estaba él junto a otros tantos cuando yo llegué… Y comenzó a contar la historia de cómo había perdido su ojo, tan lento y pausado como hablan los cíclopes mayores, decía, "Él no se llama Nadie, se llama Ulises. Él y otros se habían metido a mi cueva y todos se movían rápido, se escapaban de la vista. Estaban asustados como ovejas y querían pincharme con unos palitos. Pensé, ¡Tontos!…son tan débiles, tan pequeños. Agarré a dos de las patas y los mordí porque tenía rabia. No saben muy bien, hay que despellejarlos mucho, ellos no son para comer. Pero habló el bueno de Ulises, me habló sin miedo, me dijo que quería salir. Noté que tenían todos de a dos ojos; sí, los vi, tienen dos ojos, no son dioses, son menores que nosotros y más débiles, aun así, a pesar de ser tan desafortunados, son muy sabios. No entiendo por qué pero me senté a hablar, y él me reclamó por sus amigos, me dijo, ¿Has visto cómo has dejado a mis hermanos? y yo le dije que ellos habían comido mi queso, que yo tenía derecho a recuperarlo así fuera sacándoselos de adentro. Me dijo que yo tenía razón, se sentó y esperó, al rato dijo, Yo también comí tu queso. Pero ya no tenía rabia y además estaba lleno.
Por eso digo que Polifemo es estúpido, Ulises simplemente lo engañó para salir con vida. Ahora mantiene como un tonto, a todo le sonríe, como si la risa fuera para cíclopes y mucho más, como si fuera para un cíclope sin ojo.
Por Jhohann Castellanos Lozano.
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